La cascada de la reina
Sé de un río vertical que cae por la falda de una montaña, que pareciera que sueña.
Sé del jabón de su musgo en la lluvia.
Sé del polvo marrón que en las manos deja la sequía, cuando la asola la tristeza.
Si hay una unidad para medir la velocidad con que la vida nos pasa
Es la de los silentes hilos de lluvia.
Intermedios entre la cascada turbulenta y la espesa humedad que pegajosamente se desliza por la piedra.
Rumbo a las vasijas con que la esperan los devotos de la virgen y la reina.
Que llenan el lugar de promesas, ofrendas, súplicas, colillas y botellas.
Me gustaría saber el primer nombre de la divinidad que habita este pezón de la tierra.
Esta teta que mana leche espesa cuando el sol la seca.
Cuando dura más de un mes sin que venga la esencia destilada de mar a descargarle la estática a esta montaña bella
Me gustaría saber por lo menos como suena
He visto algunas puntas de flecha
Algunos filos que el tiempo no mella
Que me hablan de cacerías o peleas
Algunas caracolas, algunas ofrendas
Demasiado cerca de la cumbre para ser coincidencia
Que me hablan de un amor viejo
De un asombro que continúa
De una atracción magnética por esta montaña feral
Rodeada hoy por la urbana selva.
VABM 23 de agosto de 2007
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