Los someros estanques negros del templo del Dios Jaguar
Quienes buscan en el cielo
Signos de lo que viene
Explicaciones para lo que les sucede
Con menos fe que convencimiento
Quienes dibujan figuras planas
Uniendo con rectas imaginarias
Las estrellas lejanas
En eras y distancia
Quienes contabilizan balances
De Alas y garras, membranas, élitros y plumas
Pica tierras, canoras, presas, rapaces y carroñeras
Luz y sombra, Lluvia y fuego, Viento y arena
Humo, brisa y ceniza
Polvo, neblina, nubes, rayos e ígneas piedras
Quienes sabemos que solo percibimos
En un sueño tetra dimensional
Las sombras que proyecta al volar
La serpiente emplumada
Y con dientes de jaguar
Sobre la verdadera tierra
El hogar de Chaculclán
Quienes heredamos la bendiciones de los pendones
Que proclaman el Dios
Ondeando en el viento de la montaña madre
La verdad de su unicidad e infinitud
Y aprendimos el símbolo del dragón
En ancianas acuarelas
Quienes sufren el vértigo
De los abismos de arriba
Y navegan impertérritos
La desesperada realidad
De las galaxias de bombillas
De la nocturna ciudad
Todos esos sufrimos la misma enfermedad
Tratamos de arañar la inescrutable realidad
Todos queremos exorcizar, domesticar
Enjaular en símbolos lo que apabulla
Nuestra terrestre e intrascendente cotidianidad
Pero solo intuimos de lejos la obra de dos jerarcas
Uno lloró de asombro ante el tamaño de las montañas
Más allá del desierto del fin del mundo
Y descubrió a la hueca madre del dragón
El otro analizó el cielo
Que vio reflejado
Durante un ciclo del colibrí
En los someros estanques negros
Cuadriculados con nenúfares
Que rodearon el mayor templo piramidal
De la estirpe que inició Chaculclán
Y pintó las corrientes y mareas del cielo
De día y de noche
En códices manchados de peyote
También predijo el regreso del fundador de su clan
Cuando tres garzas los crucen en diagonal
Y un águila deje caer un pez sobre una iguana
En algún año del jaguar.
VABM sábado, 15 de diciembre de 2007
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