ELLA
Él iba hasta el centro de la ciudad solo para admirarlas, en un centro comercial, en el centro de la vitrina, en su propio pedestal, estaban las zapatillas deportivas más bellas que la civilización había logrado fabricar.
Filósofos, poetas, religiosos, ateos, pacifistas, músicos, guerreros, atletas, místicos y científicos, Etc. TODO el conocimiento humano había aportado su grano de arena para que la humanidad produjera esas zapatillas.
Él sabía admirar la perfección en el diseño y la belleza de esas zapatillas sin siquiera pensar en poseerlas. Once años de existencia en este planeta le habían enseñado que había cosas como los autos deportivos y los yates que estaban, y que muy probablemente estarían siempre, fuera del alcance de su presupuesto. Eso no le molestaba, ya estaba acostumbrado, y lo aceptaba como una verdad evidente que formaba parte de la realidad, como una catedral, un hospital o un cementerio. Tenía once años de experiencia en eso.
Luego estaban las cañas de pescar. El sabía que sería estúpido y ridículo usar una caña de pescar, como las que exhibían en la vitrina de esa tienda de artículos deportivos, en el río y las lagunas donde él acostumbraba pescar.
Primero porque el calamar de plástico que tenía esa caña como señuelo era más grande que los pescados que él había logrado atrapar.
Segundo porque, aunque él nunca había podido ir a ver al mar, estaba seguro de que esa caña era para pescar en el mar.
Tercero, por eso del presupuesto.
Cuarto, ya no me acuerdo.
Pero nada de eso le impedía admirar y disfrutar de la belleza y perfección del diseño de esa caña de pescar, sin necesidad de soñar en tener su propiedad.
Diez metros después estaba el telescopio, de verdad, a él nunca se le ocurrió ser el dueño de ese telescopio, solo se quedaba embelesado con la belleza de su diseño, admirado de lo que su civilización había logrado construir.
Lo mismo sentía por las bicicletas de carreras, las motos y otras muchas cosas que se exhibían en las vitrinas de las tiendas del centro comercial.
Podía vivir sin ellas, no las necesitaba, ni las deseaba. Algunas le serían incluso inconvenientes.
Definitivamente solo admiraba embelesado la belleza de sus diseños.
Igual le pasaba con las hamburguesas, las pizzas, los helados, los relojes de pulsera, las computadoras, los teléfonos celulares, los quesos importados y algunos libros ilustrados: Pura admiración por la perfección del diseño.
Entonces la vio. La vio a ELLA. Ahí estaba lo más bello que había surgido de este planeta, y supo que desde el primer unicelular, pasando por los dinosaurios, hasta llegar al que inventó los concursos de belleza, todo el reino animal había soñado con que algún día sus esfuerzos en la búsqueda de la belleza fructificarían en ELLA.
Notó que debería tener como diez años más que él, y por su teléfono y reloj sospechó que seguramente en su medio ambiente eran normales los yates y los autos deportivos.
También notó que le gustaban las zapatillas que le gustaban a él, y que las lucía un poco sucias y lo suficientemente desgastadas para demostrar que solo las había comprado para usarlas para lo que se usan los zapatos comunes y corrientes, que es caminar y a veces correr. La admiración por el diseño era secundaria y la propiedad era casual.
Casual es la palabra, Todo en ella era casual, no había en ella ninguna actitud premeditada, y si la tenía era esta: Ser lo mas bello que ha surgido del planeta es normal.
Mirando su reflejo en la vitrinas él se imaginó este diálogo:
--¿Que si se que soy lo más bello que ha surgido del planeta? Bueno, gracias, pero creo que exageras, debe haber un montón de chicas más bonitas.
--¿Que si solo voy a pescar al mar? La verdad es nunca he ido a pescar. No creo que me vaya a gustar
--¿Que si las zapatillas que tengo son el mejor diseño que ha logrado la humanidad? Son viejísimas, me las puse porque son muy cómodas y hoy tengo que caminar mucho.
--¿Que si tengo telescopio? No tengo, ni creo que vaya a tener uno jamás.
--¿Que si me gustan las hamburguesas, las pizzas y los helados? Claro, pero trato de comer sano.
--¿Que si tengo un auto deportivo o una moto de carreras? No sé manejar. Uso el transporte público casi siempre.
Al muy estúpido no se le ocurrió presentarse, ni preguntarle el nombre, ni se atrevió a hablarle y el diálogo imaginario lo acabo de inventar, como cuarenta años después.
Lo único que se le ocurrió fue romper por la mitad el billete de más baja denominación que encontró en su cartera y le entregó una mitad a ELLA, y sin decirle nada, irse si mirar atrás.
Aún conservo la otra mitad de ese billete. Lo guardo en la caja en la que guardo mis tesoros secretos.
Tiene escrito la fecha en que vi un hermoso diseño y por primera vez sentí que tenía necesidad de tener la propiedad a pesar de que con toda seguridad estaba más allá del alcance de mi presupuesto.
Si ELLA recuerda que hace más de cuarenta años un chico le dio la mitad de un billete y casi salió corriendo, puedo decir que con toda seguridad los reinos mineral, vegetal y animal han trabajado duro para volvernos a juntar, pero que eso sería más bello que lo que el planeta hasta ahora ha podido lograr.
Li Tao Po
VABM 21/Sep/2022
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Este texto pertenece a: La guerra de los Humanos.
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