viernes, 28 de septiembre de 2007

El árbol del centro de la selva

El árbol del centro de la selva


El Dios, solo él crea, hizo primero a los hombres de barro, pero no le gustaron porque eran lentos y el exceso de agua, fuego o movimiento los dañaba.
Luego el Dios, solo él inventa, hizo a los hombres de madera, pero las enfermedades, la polilla y los bachacos y otros males siguieron desgastando su obra.
Entonces el Dios, solo él produce, hizo a los hombres de carne, pero las culebras y los jaguares se ensañaron con su criatura.

Entonces el Dios, solo él sabe, le mostró al hombre el uso de las hojas, semillas, frutas, cortezas, raíces y tierras. También le enseñó a hacer canoas, antorchas y otras armas.

El Dios, solo él manda, ordenó al jaguar que le enseñara humildad al humano y que solo lo comiera cuando no hubiera nada más sabroso y tuviera mucha hambre. El jaguar aceptó y se lo contó a los demás jaguares, y todos aceptaron.

También el Dios, solo él ordena, le dijo a la culebra que no picara al humano, si él no la pisaba o se ponía demasiado cerca, y la culebra hizo caso y le contó a las demás culebras y todas aceptaron.

El Dios, solo él decide, le dijo al hombre que no usara al árbol del centro de la selva, pero al hombre se le olvidó.

Por eso el Dios, solo él hace, rodeó al árbol del centro del mundo, de un pantano muy bien hecho y completo. A las ramas les puso unas enormes espinas, a los frutos les puso una durísima cáscara y los hizo insípidos. Las flores las hizo chiquitas, blancas, efímeras e inodoras, también le hizo la madera blanda y húmeda.

El Dios, solo el dispone, le colocó al árbol del centro de la selva una pereza flaca y vieja que con su olor a miseria espanta a los pájaros y demás presas.

Pero Chapul, que conocía casi todo de la selva, que sufría de tristeza y estaba aburrido, que imaginaba gente y la hacía de sueños, esperanzas e ideas, le preguntó al Dios, Solo él sabe las respuestas, para que servía el árbol del centro de la selva, ya que según él sabía, no servía ni para leña.
Y el Dios, que no a todos habla, le dijo: “Para enseñarte prudencia” y Chapul entendió y se lo contó a los demás, pero algunos no le creyeron porque estaban en guerra.
Por eso, por la selva y la Web, algunos descendientes de Chapul, que sabía leer las nubes, repiten su última advertencia: “No toquen el árbol del centro de la selva” y su última profecía: “El nuevo hombre será de arena


VABM viernes, 28 de septiembre de 2007
Para Steven, mi hijo, en su cumpleaños del 2007


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